Lo hicieron de Jacona a Zamora- Terminaron en el Santuario Guadalupano
Miles de católicos de Zamora, Jacona y otras poblaciones de la Diócesis desfilaron el domingo pasado de Jacona a Zamora y lo hicieron por la vida y por la paz así como en desagravio a los corazones de María y de Jesús porque los hemos ofendido.
La peregrinación, encabezada por el Sr. Obispo Auxiliar Dn. Jaime Calderón Calderón, acompañado por el Sr. Cura Ignacio Gil, partió poco después de las10:00 horas del Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza, en Jacona.
Terminó poco después del medio día en el Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe, en esta ciudad, donde el propio Sr. Obispo ofició una misa por la vida y por la paz.
Se estima que en la romería, en la que la mayoría de las personas vistieron de blanco, participaron alrededor de 10 mil gentes de Zamora, Jacona y delegaciones de otras localidades como Yurécuaro.
La peregrinación, en filas generalmente de 7 personas, recorrió toda la calle Morelos de Jacona y luego siguió por los carriles de circulación del lado oriente de la calzada Zamora para continuar en esta ciudad por las avenidas Virrey de Mendoza y 5 de Mayo hasta llegar al Santuario Guadalupano.
Durante el trayecto cientos de familias se agregaron. Durante el recorrido, los participantes rezaron el rosario para lo cual desde el inicio cada uno de ellos recibió un rosario y globos blancos.
Una manta portada por mujeres en la avanzada anunciaba el motivo del desfile de miles de católicos. También un grupo de varones cargó un enorme cartel con la simbólica paloma de la paz pintada en gran tamaño y jovencitas cargaron un enorme rosario.
En la peregrinación participaron lo mismo niños, adolescentes y jóvenes estudiantes que profesores, profesionistas, adultos mayores incluso alguno de ellos en silla de ruedas, integrantes de agrupaciones civiles, religiosas, profesionistas y incluso obreros sindicalizados.
El imponente contingente era tal que cubrió prácticamente 2 de los cuatro carriles de circulación de la avenida Virrey de Mendoza.
Manifestantes llevaban también una hermosa imagen de Nuestra Señora de la Esperanza cargada en andas, una imagen de gran tamaño de Nuestra Señora de Guadalupe y otra del Señor de la Salud.
Durante el recorrido se contó con el apoyo de elementos de la policía preventiva. Los de Jacona lo hicieron dentro de su territorio y los de Fuerza Ciudadana, de Zamora, lo hicieron en el tramo correspondiente a este municipio.
Después de dos horas de recorrido la multitud llegó al atrio del Santuario Guadalupano donde fue recibida por parte de los organizados con agua natural y jugos. Allí se abrió un compás de espera para luego, a las 13:00 horas, participar en la Eucaristía.
Un buen número de participantes se retiró de la explanada del Santuario Guadalupano. Otros cientos más de personas esperaron a los peregrinos en el Santuario para participar en la misa.
El recinto fue insuficiente para dar cabida a todos los asistentes. Al inicio de la Eucaristía una de las integrantes del Comité Organizador de la peregrinación dio lectura a un documento en el que se exponen algunas de las razones que llevaron a que, con meses de preparación se desarrollara el defile.
En el documento se refieren a los tiempos de violencia y de inseguridad “que amenazan la tranquilidad de nuestros hogares”; violencia “que arrebata la paz del corazón y del alma”. Que lo más preocupante es “la ola de maldad que se respira en las calles, en los centros educativos y de trabajo. La frialdad de los actos nos habla de que los corazones están extraviados, lejos de Dios”.
El Sr. Obispo Auxiliar informó acerca del origen de la peregrinación y de los meses que llevó su preparación a cargo de un grupo de seglares.
Comentó que este proyecto surgió como resultado de un encuentro que ese grupo sostuvo con él para reflexionar en torno a la situación que vivimos. Que la iniciativa fue muy bien vista por el Sr. Obispo Don Javier Navarro Rodríguez, quien no pudo participar.
UN SI A LA VIDA, LA PAZ Y LA CONCORDIA
En su homilía, el Señor Obispo tocó diversos aspectos que preocupan a todos y señaló que el peregrinar fue para expresar un sí a la vida, un sí a la paz.
Que la iniciativa al mismo tiempo es una súplica confiada a la divina mirada misericordiosa “por todas las ofensas cometidas en contra de la vida, la paz y la concordia entre los pueblos”.
Mencionó el Día Mundial por las Misiones, celebrada ese domingo, en el que “la Iglesia renueva su compromiso de fidelidad al Señor de comprometerse efectiva y afectivamente en aquello que la identifica como tal: la misión” y aludió al mensaje que en esa ocasión dio el Papa Francisco.
También se refirió a lo expresado por San Juan Pablo II sobre el Evangelio de la vida y la impresionante multiplicación y agudización de las amenazas que enfrentan la vida de las personas y de los pueblos, especialmente cuando ésta es débil e indefensa.
Que a las tradicionales y dolorosas plagas del hambre, las enfermedades endémicas, la violencia y las guerras se añaden otras, con nuevas facetas y dimensiones inquietantes.
Recordó que hace medio siglo que el Vaticano II denunció con fuerza los numerosos delitos y atentados contra la vida “una vez más y con idéntica firmeza los deploramos a nombre de la Iglesia entera, con la certeza de interpretar el sentimiento auténtico de cada conciencia recta”.
Que en tal denuncia cabe “todo lo que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario; todo lo que viola la integridad de la persona humana como las mutilaciones, las torturas corporales y mentales, las deportaciones, la esclavitud, incluso los intentos de coacción psicológica”.
También “todo lo que ofende a la dignidad humana como las condiciones infrahumanas de vida, los encarcelamientos arbitrarios, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; las condiciones ignominiosas de trabajo en las que los obreros son tratados como meros instrumentos de lucro no como personas libres y responsables; todas estas cosas y otras semejantes son ciertamente oprobios que, al corromper la civilización humana, deshonran más a quienes las practican que a quienes padecen la injusticia y son totalmente contrarios al honor debido al Creador”.
Que “por desgracia ese alarmante panorama, en vez de disminuir, se va más bien agrandando”; que amplios sectores de la opinión pública justifican algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual y sobre este presupuesto pretenden no solamente la impunidad sino incluso la autorización por parte del Estado con el fin de practicarlos con absoluta libertad y con la intervención gratuita de las autoridades sanitarias”.
Todo esto provoca un cambio profundo en el modo de entender la vida y las relaciones entre los hombres y el resultado al que se llega en dramático.
La peregrinación quiere ser una confirmación precisa y firme del valor de la vida humana y de su carácter inviolable y, al mismo tiempo, “una acuciante llamada a todos y cada uno, en nombre de Dios: respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana. ¡Sólo siguiendo este camino encontraremos justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!”.
Concluyó con una plegaria a María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, “para que la Iglesia, casa de puertas abiertas, se convierta en hogar para muchos, una madre para todos los pueblos, y haga posible el nacimiento de un nuevo mundo”. (ASR)