A Michoacán varios símbolos lo representan y le han servido como estandarte de reconocimiento y acercamiento a las distintas manifestaciones culturales e identitarias de cada pueblo y ciudad. Símbolos tangibles e intangibles, concretos y abstractos, que han logrado insertarse en la conciencia de la gente para reconocer a Michoacán. Está la mariposa Monarca, la comida tradicional, las artesanías, la música, las culturas indígenas, entre tantas otras cosas; la arquitectura, herencia y memoria de la historia por la cual ha transitado el estado para llegar a donde estamos ahora, es una de ellas y es de la que quiero hablar.
En Zamora, una de las ciudades más importantes de Michoacán, el Santuario Diocesano de la Virgen de Guadalupe es la carta más fuerte para presentar la ciudad ante el mundo, en turismo hasta el hartazgo, en cuanta postal se haga no aparece otra cosa que no sea la iglesia, apelando a su majestuosidad arquitectónica y sus características respecto a tamaño y elementos lujosos, piso de mármol, órgano de gran magnitud alemán de un millón y medio de euros, por mencionar tan sólo algunos. Tal es el impacto de esta construcción que el ayuntamiento en turno lo tiene incrustado como parte de su logotipo. No obstante la importancia que tiene este edificio y las críticas que pueden suscitarse desde una perspectiva laica, hoy en día se vive un problema que no es político, ni cultural ni religioso, sino de estricto sentido común. El rector del recinto cuenta en su haber con un largo historial de procederes que han desagradado a la población (católica y no católica), la lista es larga, pero en días recientes estas acciones han sido más notorias porque afectan la cotidianidad de los pobladores. Tres son los ejemplos que se pueden enunciar: 1.-En pleno verano, cuando el sol en una explanada pega directamente, inclemente, dio la orden de cortar los árboles que daban sombra a las bancas que se encuentran (encontraban, ya diré por qué) ubicadas a los costados, el corte fue tal que sólo quedaron los troncos erguidos sin hoja alguna. 2.-Hace unos meses arrancó cuatro bancas de las muchas que había, sin aparente razón. Lo que se murmuraba era que las había removido porque en ellas se sentaban ciertas personas “indecentes”, a las cuales deseaba alejar. Esto es una especulación, pero aun así el absurdo se concretó al constatar hace unos días que quitó todas las bancas, absolutamente todas. También se especulan razones sobre esto, pero lo cierto es que se puede observar a la gente sentada en la cantera caliente, recostada en el piso, ante esta tajante determinación. 3.-Por la mañana del viernes 26 de septiembre, varios testigos presenciaron cómo algunas personas introdujeron varias palomas en bolsas de plástico, así como si recogieran basura del suelo y luego las metieron a una puerta lateral del santuario. ¿Por qué? ¿Para qué? Imaginemos las probabilidades, personalmente no se me ocurre ninguna buena.
Es una pena que ese lugar que visto de la mitad hacia arriba sea tan impactante, y que de la cintura para abajo brinde esa deplorable y retrógrada imagen. Es una pena que el representante de una religión y de una iglesia no cumpla con los preceptos elementales que profesa. Es tan burdo imaginar que una persona docta en teología y filosofía (por su formación sacerdotal) carezca del mínimo sentido común. ¿Qué pasará mañana? ¿Por cada vitral carísimo, por cada loza de piso carísima habrá otra afrenta más a la población? Se ha comprobado que con esta persona no puede haber diálogo porque en su cabeza no hay mal hecho, al contrario, sus declaraciones ante medios de comunicación hablan de una megalomanía, por decirlo poco, que le da razón a sí mismo. Entonces exhorto a las autoridades eclesiásticas que están arriba de él a que expliquen esa incongruencia entre la fe y la razón, y que se vean obligados a dar argumentos válidos sobre el proceder de este hombre de Dios. La iglesia no es una empresa privada y es necesario el conocimiento de toda la sociedad sobre cada cosa que allí suceda, porque deben tener claridad de que la nada barata luz de la iluminación la pagamos todos con nuestros impuestos y la mitad de esa iglesia se ha construido con dinero donado por una vasta población, recaudado por su anterior y digno rector, Rubén Godínez. Por favor, pido al obispo de Michoacán que tome cartas sobre el asunto y hable con este personaje para dar una solución y explicación pronta a estos daños.