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“Los acaparadores hacen lo que quieren”

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Chavinda, Mich., Diciembre del 2013.--  “Nos está yendo de la… Los acaparadores hacen con nosotros lo que les da la gana. Y nadie hace nada por componer las cosas”.  Así responde don José Murillo Sánchez, miembro de la comunidad agraria de San Juan Palmira, anexo del ejido de Santiago Tangamandapio,  cuando se le pregunta sobre las condiciones en que ha tenido que vender su cosecha de sorgo.

Si el gobierno parara la entrada de maíces, sorgo  y trigo, comprados en el extranjero –reflexiona Juan Maciel Vázquez--, que nos diera la oportunidad de vender lo que producimos en México, no estaríamos en estos momentos en los apuros en que nos encontramos. Si hiciera falta, entonces sí que se permitiera la importación de granos, agregan. Pero que nos dieran la oportunidad de ser mano, en cuanto al acceso al mercado interno, menciona este emprendedor y  entusiasta hombre de negocios de esta localidad.

Primero las grandes corporaciones

La situación para los campesinos, ahora que recogen, o están a punto de recoger la cosecha de lo que sembraron en sus tierras, no es nada halagüeña. A pesar del subsidio que les ha ofrecido el gobierno federal, a través de la delegación Estatal correspondiente.

No olvidan que, desde hace décadas,  a pesar de los cambios de colores en la Presidencia, los gobernantes han preferido atender las demandas de las grandes corporaciones –harineras, nixtamaleras y forrajeras--.  “El gobierno hace rato que nos dejó solos –indica Maciel Vázquez--. El apoyo no se ha visto. Y esto lo resentimos, con mayor crudeza, de unos 3 años a la fecha. Para los políticos, para el gobierno, el campesino, a pesar del cacaraqueo oficial, solamente existe durante las campañas electorales” –indica el también agricultor.

Para los más viejos, esta situación comenzó  y ha crecido desde los tiempos en que Carlos Salinas de Gortari ocupó la Presidencia. Recuerdan que él permitió la desincorporación de Fertimex, con el señuelo de que los fertilizantes llegarían a los campos mexicanos a precios más reducidos, que los que cobraba la paraestatal. Hoy, los campesinos no dudan que esto no resultó como lo había ofrecido el entonces Presidente. Para este ciclo agrícola, los productores adquirieron la urea, por ejemplo, a precios que iban de los 6 mil 200 hasta los 6 mil 700 pesos por tonelada. Mientras que el sulfato de amonio varió entre los 4 mil 200 y los 4 mil 700 pesos.

Por falta de agua

Cuando hablan de los beneficios que obtendrán y obtienen por hectárea sembrada, aseguran que la diferencia, este año, entre lo que producirán una y otra hectáreas, de maíz y sorgo, es con mucho a favor de la primera de las gramíneas. “Este año el sorgo ha tenido muchos problemas. Por falta de agua, por plagas. En esta temporada se presentaron plagas que en años anteriores no le llegaban”, señala Juan Maciel. Cuestionado si, por el deseo de ahorrar, los campesinos prefieren los productos de dudosa calidad, sobre los que han probado su eficacia, y que casi siempre son más caros,  piensa que “al final de cuentas, el más barato resulta más caro”. Ya que se reflejará en la cosecha.

Durante la etapa que está por concluir, el agricultor tuvo que invertir, “dependiendo de la atención que se haya puesto durante el cultivo”, entre “12 y 15 mil pesos”. La inversión que requiere esa misma superficie, si se quiere sembrar maíz, oscila entre los “15 y 18 mil pesos. Sin tomar en cuenta, en ambos casos, la trilla, la cosecha y el transporte de las semillas, a los centros de acopio, indica el también comerciante en agroquímicos y refacciones.

Esta vez, sobre todo para quienes sembraron en terrenos temporaleros, no fue precisamente el calendario esperado, en esta porción del Valle de Zamora. El agua escaseó, la temporada de lluvias, cuando la planta la necesitaba faltó. Las presencias de la tormenta Manuel y el huracán Íngrid, que tantos destrozos dejaron en Guerrero, principalmente, llegaron con retraso a los campos labranza del valle chavindense.

De créditos y préstamos

Tengo un amigo, del que no te doy su nombre por respeto, que “trilló 6 hectáreas de sorgo y cosechó 11 toneladas. Y vamos a cerrar la cuenta, de lo que recibió por esa cantidad en 32 mil pesos, aunque no los recibió. Apenas sacó lo que pagó por la renta del terreno”, cuenta Ramón del Toro Gil, otro joven agricultor. El mismo que, según sus palabras, lo que espera conseguir de las tierras que sembró –mayoritariamente rentadas--, no lo sacará de los problemas en que se encuentra, sobre todo si se toma en cuenta que buena parte de lo que invirtió fue producto de préstamos que obtuvo de particulares.

Bueno es recordar que en el territorio del municipio –y alguna que otra porción vecina, como lo es la comunidad ixtlanense de El Rincón del Mezquite--, a la hora de los créditos para los hombres del campo, la Caja Popular Emiliano del Río ha sido, desde hace décadas, desde que la banca fue entregada a los particulares, el sostén de la actividad agrícola. Las ventajas de contar con esta fuente crediticia, empero, pueden verse afectadas, sobre todo entre quienes se arriesgaron a invertir en terrenos sin posibilidades de riego.

De precios y precios

Otra contrariedad con la que deben liarse quienes ahora cosechan, es el precio a que han de vender el producto de su trabajo e inversión.  En el territorio municipal se encuentran, hasta el momento, 3 sitios en los que reciben, en compra, las semillas. Los precios son tan variables que los campesinos no saben por cuál decidirse a la hora de la operación más importante e interesante para ellos. Los precios van de los 2 mil 600, a los 2 mil 900, por tonelada.

Además, los campesinos tienen otro escollo que librar para poder vender sus productos: antes de recibir el visto bueno, por parte del comprador, requieren, de este, una orden para poder trillar el grano. Se tiene que llevar una muestra de la semilla, para que esta sea valorada en cuanto al grado de humedad que conserva. No son pocos quienes afirman que, con la semilla en el camión, el producto debe ser objeto de una nueva revisión. Casi siempre, el resultado no concuerda con el que les había sido entregado horas antes. Consideran que hay gato encerrado en esta acción. Aunque a la hora del pesaje, tampoco sienten que se les pague lo que en realidad entregan. Piensan que las básculas son parte importante a la hora de la transacción.

Grados de humedad

En el caso de la humedad, hay versiones encontradas. Gente con experiencia, como es el caso del chavindense Bonifacio Pérez, afirma que muchos productores suelen presentar como muestra del grano, cantidades de grano que han sido seleccionadas, en el terreno, por el mismo campesino, de la parte donde ha secado más rápido. “Cuando llegan con el camión cargado, con granos de toda la parcela, en donde hay verdes y secos, el grado de humedad tiene que arrojar un resultado que en poco los favorece. Porque tiene que subir el nivel de humedad”, precisa.

A este respecto, don José Murillo Sánchez, vecino de la comunidad de San Juan Palmira, cuenta que hace días la muestra inicial arrojó, en uno de los centros de compra, poco más de 12 por ciento. Le fue entregada la orden para la trilla. Terminada la faena, grande fue su sorpresa: la graduación había subido hasta los 15. 8 grados. “No lo vendí allí. Fui con otro. Allá el resultado fue de 18. 8. Y en el otro centro me ofrecieron 2 mil 600 pesos por tonelada. Lo llevé a Vista Hermosa y  lo vendí. Me lo recibieron a 2 mil 865 pesos por tonelada. El grado de humedad resultó de 15.2 grados”, cuenta, no sin molestia.

Exprimir al campesino

Eduardo García Maravilla, habitante de esta cabecera, comenta: “Se ponen de acuerdo –los compradores--, a la hora de la valoración de la humedad. Eso de que cambie la graduación, de un sitio a otro –El Potro, Nu 3, que administra las instalaciones de Asteca de Michoacán, y el que se encuentra allá San Juan Palmira, propiedad del jalisciense José Luis Gómez Palacios--, tiene como único fin exprimir al campesino”.

--¡Ahora!: ¿Pa´qué le dan a uno la orden y le dicen: ¡Trilla!, si ya trillado no te lo compran?

 Subsidio gubernamental

La diferencia en cuanto a los precios de compra, según relata Juan Maciel, se debe a que, quienes hagan su venta con Nu 3, podrán acceder al subsidio gubernamental –200 pesos por tonelada--. Aunque en realidad, “el subsidio es un dolor de cabeza, gracias a la burocracia: “que traes esto, que te falta esto”. Lo preferible es tratar directamente con el comprador y que obtengas el mejor precio. Hay que evitar los apoyos del gobierno”, subraya. Quien le vende a El Potro –3 mil 400 pesos por tonelada de maíz--, no tiene acceso a esos apoyos. Nu 3 te lo recibe a 3 mil 200. Y si cumples con los requerimientos gubernamentales, vas a obtener los 200 pesos restantes. Al final es el mismo resultado, pero te ahorras los viajes y el tiempo que hay que emplear para viajar hasta Zamora”.

La instalación de más silos en el municipio podría traducirse en un mejor precio de venta, siempre y cuando los mismos acaparadores compitieran entre ellos. Pero es difícil que esto suceda, dice Maciel Vázquez.

Tanto García Maravilla, Murillo Sánchez y Maciel Vázquez,  así como la mayoría de los entrevistados, que piden el anonimato, se muestran inconformes con la postura que han asumido los responsables del área y, sobre todo, de la poca importancia que, para ellos, ha dado la Delegación Federal de Sagarpa en el Estado, bajo la dirección de Antonio Guzmán Castañeda. Sin embargo, el blanco de la mayoría de las descalificaciones, es el actual habitante de Los Pinos, el presidente Enrique Peña Nieto. De quien lo menos que dicen es que se trata de un político inepto. 

Sin embargo, la mayoría –sólo Ramón está reacio--, asegura que el año venidero volverán a sembrar los necesarios granos. No les gustaría ver sus parcelas ociosas.

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