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Los linderos municipales de Jiquilpan-Sahuayo

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-Atacheo 

Por lo general, en México y en Michoacán, los municipios y las cabeceras municipales llevan el mismo nombre. De hecho, se confunde y predomina la idea de que la cabecera municipal comprende todo el municipio. No hay democracia que valga. Pobre jefe de tenencia o encargado del orden que reclame atención. Ay de aquel que no sea de la cabecera y aspire a gobernar el municipio. No se la acaba.

Ya lo escribió don Luis González en la historia matria: “No se ha escrito ninguna cosa acerca del terrible imperialismo de las cabeceras municipales en perjuicio de las poblaciones de su jurisdicción que no son de la misma pasta de la gente cabeceril. La explotación de los sujetos por la cabecera es brusca e inmisericorde, no sutil como la de los grandes imperios”.

Ahí tienen que la atención de la autoridad centralmente está puesta en la cabecera y solamente cuando la mancha urbana del municipio vecino llega remojada hasta sus narices, entonces se dan cuenta que algo huele mal. Es el caso de Jiquilpan-Sahuayo. A raíz del crecimiento urbano se toparon cara a cara. Los resultados históricos sobre los límites coloniales entre Sahuayo-Jiquilpan que presentó la comisión del diputado local José Eduardo Anaya Gomez (Fortalecimiento Municipal y Límites Territoriales del Congreso del Estado) se remiten al pleito de Sahuayo frente a la hacienda de Guaracha.

Por el lado norte de Jiquilpan, a fines del siglo XVI, el virrey de la Nueva España mercedó en octubre de 1591 un sitio de ganado menor para Alonso Daniel en la loma del Aguatepec --en un lugar llamado Guiatlaco--, que pasó al Hospital [de Jiquilpan] por donación de su nieto Domingo. Otro jiquilpense, Alonso de Figueroa, recibió cinco suertes de tierra, algo así como cincuenta hectáreas, "a la otra banda del arroyo que llaman de los Guayabos, abajo del Coyacho”; y otro Figueroa, un sitio de ganado menor y dos caballerías "en una loma y ladera pedregosa nombrada aguatepeque, que queda a mano izquierda del camino Real que va del dicho pueblo de Xiquilpa al de Saguayo, y hacia mano derecha y oriente, frente del cerro redondo que se dice apatzi[ngan]".

Hacia 1597, los de Jiquilpan tuvieron dificultades porque "queriendo introducirse una Da. María Magdalena [madre de los Carranza,] india principal de Saguayo, ganó este pueblo Real Provisión para que fuese lanzada y se amparara en la posesión a los Naturales como con efecto se practicó". Además los naturales de Jiquilpan exhibieron un testimonio, con inserción de un auto acordado en agosto de 1697 "para que con previa información, el Alcalde Mayor los amparase en la posesión de dos caballerías de tierra situadas en la loma de la Calera".

Ya en el siglo XVIII, esas tierras señaladas de Jiquilpan lindaban "por el Oriente, un corral de piedra que sirve de mohonera y las divide con las Haciendas de Guaracha. Desde donde caminando para el Norte a topar con una piedra grande que también es mohonera, frente de el cerrito de Cotijaran, que queda al oriente, y pertenece a Guaracha. Siguiendo el mismo rumbo se va a dar a otra mohonera de piedra de tezontle, en que así mismo deslinda con las referidas Haciendas. Desde donde cogiendo el viento del Poniente, hasta otro corral de piedras que llaman de Carranza quedando ceñido el cerrito de Apatzingán [Cerro Pelón] en que nos deslindamos con el pueblo de Sahuayo, que queda al Norte. Y siguiendo al Poniente, línea recta, por la medianía del cerro de la Cuerda, que toca de este pueblo, y a Sahuayo, hasta topar con un ojo de agua que nos pertenece [Jiquilpan], y por el propio rumbo, hasta reconocer otra mohonera de piedras situadas en la medianía de un llano, en que así mismo nos dividimos con Sahuayo, a que se sigue caminando siempre al poniente, a el paraje que llaman las Fuentes (...)".

La extensa y poderosa Hacienda Guaracha profanó suelo de las comunidades circundantes. Por ejemplo, en 1716, los hacendados y arrendatarios de Guaracha pasaron hasta las jiquilpenses tierras de la Virgen del Rosario, "a las dos caballerías de tierra en la loma que llaman de la Calera y al puesto nombrado de la Joya". Gerardo Galiche, administrador de Guaracha y "hombre de extraña violencia", mandó quemar y destruir muchos ranchos de los naturales y de sus arrendatarios en el Pajonal, el Derramadero y "a la falda del cerrito de Apatzingán". Entre otros factores, la guerra de independencia en la región cieneguera de Chapala –aparte de ser encabezada por clérigos inicialmente-- es el desquite de los comuneros con el hacendado de Guaracha (Victorino Jaso) y los suyos.

Volviendo a los linderos. La ley de división territorial michoacana de 1909 es el arranque para dirimir diferencias espaciales y de linderos. Eso luego de que Michoacán pasara el trago margo de revisar límites con Jalisco y Guerrero. Por eso se hicieron los mapas de los distritos de Jiquilpan y Huetamo a finales del siglo antepasado. La dichosa ley solo señalaba localidades y no linderos específicos. El Coyacho, La Calera y el Cerrito Pelón están claramente puestos en la municipalidad de Jiquilpan desde entonces. Falta el bisturí para definir ese espacio que el establecimiento de la Universidad de la Ciénega detonó. Espacio al que ni Jiquilpan ni Sahuayo habían prestado antes atención. 

Por otro lado, cuestiono el manejo de fuentes históricas que hace Francisco Gabriel Montes Ayala, miembro de la mesa técnica por encargo del diputado local José Eduardo Anaya Gomez. Van unos ejemplos de manipulación sin la elemental crítica de fuentes.

Pone unas perlas en Guarachita historia de otros tiempos, 1999. En la página 130 afirma: “Hacia octubre de 1916 en el municipio de Guarachita se apoya la candidatura de don Amadeo Betancourt para diputado por el distrito al congreso de la Unión”. Le aclaramos que el diputado apoyado y votado por Guarachita fue Francisco J. Múgica porque en esa elección la municipalidad de Guarachita formó parte del distrito de Zamora. Véase en el Archivo Municipal de Zamora, Elecciones, Caja 46, Exp. 18.

La que no tiene desperdicio es la referencia de Alejandro Abarca en la sección de Personajes del Municipio de Guarachita, p. 196. No distingue al Abarca nacido en Jaripo del otro Alejandro Abarca de Los Reyes. Por no aclarar el homónimo, ahí tiene un viejito nacido en 1836 echando bala en la revolufia de 1911. La foto de la Monografía de Los reyes muestra a un Alejandro Abarca joven. Además, como fuente de la ficha Gabriel Montes cita RM para no poner Repertorio Michoacano 1889-1926, obra de quien escribe.

 

Referencias: Archivo General de la Nación, Indios, volumen 5, expediente 37; Tierras, vol. 839, exp. 2. Archivo General de Notarias de Michoacán. Tierras y Aguas, legajo 10, tomo II, exp 29 bis.

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