La cuestión religiosa desarrollada muy a la par con el volcán Paricutin- El Sr. Cura Mora, patriarca y fundador-La falacia de los bienes comunales
SAN JUAN NUEVO PARANGARICUTIRO.—Esta ciudad en formación, conocida también como San Juan de los Conejos por el nombre del lugar donde nació, debe su progreso primero a Dios y luego a Uruapan y a los miles de fieles que cada año llegan hasta acá a venerar al Señor de los Milagros.
“La cuestión religiosa ha ido muy a la par con el volcán Paricutín, pues Dios habla por medio de los acontecimientos”, expresó un vecino de esta población.
A él siendo niño le tocó ver el naciente volcán surgido la tarde del 20 de febrero de 1943 en terrenos de la comunidad de Parícutin, el volcán más joven de México que acaba de cumplir 71 años y que arrasó varias comunidades entre ellas San Juan de las Colchas y desde luego Parícutin.
Curiosamente el volcán deshizo en parte lo que había logrado hacer Fray Juan de San Miguel, quien fundó San Juan de las Colchas entre 1532 y 1533, con una serie de pequeñas comarcas que estaban dispersas en la región.
Con el nacimiento del volcán surgieron nuevamente pequeñas comarcas o aldeas, pues mientras la lava avanzaba los habitantes emprendían el éxodo hacia donde podían.
En medio de la desesperación los nativos fueron convencidos de abandonar el viejo San Juan y fue el 12 de mayo de 1944 el día en que los pobladores de esa comunidad arribaron a sus nuevas tierras ubicadas a 30 kilómetros de su pueblo original y en el lugar conocido como ex Hacienda Los Conejos, de allí que aunque el nombre del nuevo San Juan es San Juan Parangaricutiro o Parangaricutirimícuaro también se le conozca como San Juan de los Conejos.
Aunque unas 8 familias se resistieron a salir de las ruinas del viejo San Juan refugiándose temporalmente en comunidades como Angahuan, a fin de cuidar sus tierras y ganado mientras era desplazado por la lava, la mayoría dejó atrás su ganado, comida y hogares, los cuales fueron consumidos por la lava ardiente del volcán.
Durante la travesía a través de los bosques para llegar a su nuevo pueblo los pobladores llevaron consigo a su santo patrono el Señor de Los Milagros, al cual se le construyó una nueva iglesia en donde hasta el día de hoy se le puede ver.
A EMPEZARDE CERO
Tras la evacuación el pueblo consumido por el volcán el nuevo San Juan pasó a formar parte del municipio de Uruapan y no fue sino hasta 1950 cuando se constituyó como municipio independiente.
En San Juan Nuevo las familias tuvieron que empezar de cero pero encontraron en el señor cura Alberto Mora Esqueda a un nuevo Fray Juan de San Miguel, que no solamente reagrupó a las pequeñas comarcas sino que encauzó la fundación literalmente de entre las cenizas y en todo momento miró por el bien de las familias. Por ello el Sr. Cura Mora, quien falleció el 2de enero del 2006, es reconocido aquí como patriarca y fundador.
Los primeros años para los habitantes de esta población no fueron fáciles pues si bien es cierto que las condiciones geográficas, el hermoso paisaje, su bosque y sus abundantes manantiales mitigaron el impacto del desarraigo, también es cierto que tuvieron que pasar penuarias y calamidades.
Pero como comentó un vecino, la cuestión religiosa ha estado a la par con el volcán, de tal suerte que si el volcán expulsó a las familias el Señor de los Milagros no solamente los acompañó entonces en las buenas y en las malas sino que sigue velando por ellas.
Aunque la base de la economía ha sido la agricultura y la ganadería, es la presencia del Señor de los Milagros y los miles de devotos que cada año visitan la imagen lo que ha posisionado a San Juan como un destino turístico religioso del que viven buena parte de las familias.
Aquel pueblo que hace 70 años renació de entre las cenizas está destinado a adquirir la categoría de ciudad, pues si bien es cierto que no ha crecido desmesuradamente en territorio y población, sí ha crecido en servicios y en equipamiento.
El estilo arquitectónico urbano se ha ido transformando poco a poco con el surgimiento de construcciones amplias y modernas y pocas poblaciones pueden ufanarse de ser un pueblo bien trazado y de tener tantas avenidas tan amplias y pavimentadas como esta población.
Pero si bien es cierto que el desarrollo de San Juan Nuevo es evidente también es cierto que ese desarrollo podría ser mayor si el aprovechamiento de su principal riqueza, el recurso forestal, se hubiera hecho de manera racional, equilibrada y sustentable pero, principalmente, en beneficio de todos y no de unos cuantos.
Lamentablemente el recurso forestal ha sido criminalmente casi arrasado pero también ha sido utilizado durante décadas como un instrumento de control político y, lo que es peor, ha sido causa de que el pueblo tenga viudas y niños huérfanos y de que haya muchas familias divididas.
Con la falacia de que la comunidad indígena es una comunidad modelo en el aprovechamiento sustentable de sus recursos, principalmente el bosque, se ha generado un grupo de poder político y económico que todo lo controla.
Ciertamente los bienes comunales, entre ellos la galardonada empresa comunal de transformación de la madera, generan buena cantidad de empleos pero aparte de que no son bien remunerados los empleados son utilizados por sus empleadores para fines políticos.
La empresa comunal, que supuestamente ha sido exitosa y ha sido vendida a diferentes presidentes de la República y gobernadores como un modelo sustentable y exitoso de aprovechamiento forestal, no ha sido el motor en el que debería sustentarse no solamente el desarrollo económico de las familias sino de la comunidad en su conjunto.
Ha sido en los últimos años el cultivo del aguacate el que, como en otras regiones, ha contribuido de manera importante al fortalecimiento económico de esta población, no solamente por los ingresos que genera a los aguacateros sino también por las fuentes de empleo que crea y su consecuente derrama económica.
Por esa razón puede ser también que esta fuente de riqueza del aguacate sea la que debilite el poder económico y político que tiene el grupo que controla a la comunidad indígena, pues mientras antes en los bienes comunales era donde se podía encontrar empleo ahora éste lo encuentran en la actividad aguacatera e incluso mejor remunerado.